que se escapa...
Rapidez. Autor: corsaria
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Las prisas son incesantes, pero hay que encontrar momentos de tranquilidad. Y dejar
escapar algunos trenes.
Buen lunes y comienzo de semana. Besos. :-)
Ese cielo de colores. Autor: Corsaria Ver en grande
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Hoy toca una reflexión, una serie de ideas a medio hilvanar...
Siempre recuerdo esta frase que un buen amigo tenía, no sé si sigue allí, puesta en su escritorio: Un lugar para cada cosa, y cada cosa en su lugar.
Eso, tan fácil de llevar a cabo con las cosas, es muy difícil con los pensamientos. Surgen, sin previo aviso. Van, vienen, se esconden, y nos asaltan a quemarropa cuando menos se esperan.
Contrastes, el tiempo es el mejor de todos. Sin prisa pero sin pausa va ordenando, si se puede llamar así, recuerdos, ideas y pensamientos. Las horas, los días, los meses y los años van cayendo en el calendario, e inalterable sigue nuestro paso por el mundo.
« La verdadera vida ocurre cuando estamos solos, pensando, sintiendo, perdidos en el recuerdo, soñadoramente conscientes de nosotros mismos, los momentos submicroscópicos.» (blojer dixit ;-))
¿Dónde está nuestra consciencia?
Besos y buen fin de semana. :-)
en la playa
Playa en invierno. Autor: Corsaria Ver en grande
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Os deseo un buen día y fiestas de carnaval.
Últimamente tengo un tanto abandonado este lugarcito pero eso es algo
temporal. Hay muchas cosas que me gustaría contar y considero este
mi rinconcito para contarlas.
Besos y a cuidarse mucho. :-)
las cosas sencillas como esta cascada.
Cascada de agua. Autor: Corsaria Ver en grande
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Que tengáis un bonito solsticio de invierno en compañía de vuestras personas queridas. Os deseo un buen fin de año y comienzo del siguiente.
Besos agradecidos a todos y cada uno de los lectores. :)
Vuelven otros contenidos al blog, espero os gusten.
Mirada. Autor: M@x Ver en grande
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Luces, luces y sol
lluvia en la cara
miradas perdidas
reflejos
Gotas que corren
sobre el cristal
momentos
nostalgia
El sol que se escapa
entre nubes centelleantes
rayos de luz
recuerdos
El cielo sobre la cabeza
la vida majestuosa
sueños
Sonrisas
Que tengáis un buen finde. :-)
transfigurada de Schoemberg
Escasas fueron las noches que me gustaron.
Cada mañana el humo del café caliente
evocaba la bruma de la noche anterior,
restos de demasiadas imágenes,
lejanas como soles pasados,
luces venidas de cosmos extintos.
Heridos por el daño con que a solas
inquieta lo que no consumamos
o de ahogados fuegos se elevan fumarolas,
¿qué diremos de la noche si aún gotean
en el alba sus momentos,
y en el nuevo despertar
nos hablan en voz ronca,
con algo más vivo aún que las palabras,
de un rostro, una voz, una piel
y piden que palpiten
de nuevo por nosotros?
Viajeros con una brújula antigua
que el rumbo equivoca, los días
caen heridos como pomas.
Ley de la gravitación de un destino
que mira lentamente al poniente,
como si la figura recostada en el tronco
hubiera de levantar la mano, asir
el fruto, convertir el azar en creencia.
Y sin embargo hoy vuelvo a la noche
maldiciendo la experiencia del día,
y esta maldita luz, sobre todo,
que tanta oscuridad deja en las cosas.
De esta mañana sin importancia
desertan las luces como humo
llevado por el gran viento del norte,
girando como un timón
hacia las inexpresables ansias de la noche.
Autor foto: Nocturama - Ampliar
Licencia: Creative Commons (by-nc-nd)
Pero el humo es apenas una señal de las cosas.
Y mientras asciende y se inclina
la realidad se fragmenta
como un río que desciende sobre el mapa,
como senderos al comenzar
los alcores, como brazos de estatuas
tallados con la fragilidad del tiempo,
rotos como nieve abolida
en la sucesión congelada del tiempo.
Después de todo no existe piedad en la vida.
Apenas unas migajas de compasión
que a menudo llamamos amistad,
ternura, consuelo, cariño. Días
que se cierran como puertas. ¿Podremos
empujarlas y abrirlas? ¿Qué resistirá
al recuerdo en cada uno de nosotros?
Inútiles hipótesis sobre lo irremisible.
He parado el reloj y desconectado el teléfono
(en estricta observancia de un verso de Auden),
cerrado la ventana y apagado los focos
bajo la persuasión de esta música
y sus notas dentelleadas como frutos
mordidos en otro lugar y a deshora.
Y ya que no tenemos un destino asignado,
que nadie nunca se preocupó de fijar
nuestro lugar entre estrellas,
baste el roce de una piel,
el susurro de una voz para iluminarlo
todo, aunque sea el destello
de un brillo ilusorio y al albor
se abra como tapón de desagüe.
Quizá sólo esté entregado a apegos extraños,
y en mis palabras haya un código oculto,
algo que excede a sí mismo y se extiende
como círculos concéntricos al caer una piedra
sobre las aguas verdosas, o el sonar
de un señuelo que convence a los pájaros
antes de contagiarnos también la feliz
añagaza de sus cantos de viaje.
Cruza la calle y el patio, pon la mano
en el pomo, gira la llave. ¿Se ha abierto
otra puerta? ¿Hacia dónde?
¿Ha entrado luz o negrura en el aire?
La pregunta es absurda.
Tal vez tú sepas de qué habla este poema,
versos que trazan su deriva
entre la materia y el anhelo;
versos descreídos buscando obtener
permanencia de la brevedad,
un don de lo caído como manzana en la vida.
Versos que ahora, simplemente,
recobran la ternura
de una de las pocas noches que me gustaron.
Espero que os guste la poesía, es un poco larga,
pero bueno. :)
Una web muy bonita con imágenes de coches de los años 40, 50
y 60. Esta de foto me encantó. Conocí de su existencia gracias
a Natzan. :)
Azul de tus sueños, azul de mi mar. Azul.
Aire fresco que escapa entre mis dedos.
Brisa azul de la mañana.
Sueños de espuma y mar. Sueños.
Azul de mis sueños, azul de tu mar. Azul.
Olor a algas, olor azul de mar.
Susurros, canciones a media voz,
lágrimas de caracola. Azul de mi mar.
Sardinia (Cerdeña) -Italia- Autor: mailliw
Ver en grande.
Tu cuerpo vestido de arena,
seda tibia de la mar.
Sueño azul de pasiones, sueño
azul de mar.
Regazo para tus olas, playa azul
de mi mar. Vela azul de tus sueños,
vela henchida de mar.
Sabor azul de tus besos
salpicados de coral. Noches
azul de mar . Noches llena de
luna; luna azul de sal.
Tu azul, mi mar
Buen fin de semana. :-))
Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.
Apegada a mis brazos como una enredadera,
Las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
Orígen: webcam Viesques (Gijón) 15-12-2004 01:48:47
Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
Boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
Hacia donde emigraban mis profundos anhelos
Y caían mis besos alegres como brasas.
Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma,
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.
Una preciosa poesía... :)
Un día estaba yo triste, muy tristemente
viendo cómo caía el agua de una fuente.
Era la noche dulce y argentina. Lloraba
la noche. Suspiraba la noche. Sollozaba
la noche. Y el crepúsculo en su suave amatista,
diluía la lágrima de un misterioso artista.
Y ese artista era yo, misterioso y gimiente,
que mezclaba mi alma al chorro de la fuente.
Imágen. Lago Covadonga (Asturias)
Créditos: J.L. Herranz En grande
Rubén Darío
del libro Poesía editado
por Alianza Editorial
ISBN: 8420672793
Madrid (2002)
Escuchando: 'Holy Diver' (LP) - Dio - (1983)
Pasa el lunes y pasa el martes
y pasa el miércoles y el jueves y el viernes
y el sábado y el domingo,
y otra vez el lunes y el martes
y la gotera de los días sobre la cama donde se quiere
dormir,
la estúpida gota del tiempo cayendo sobre el corazón
aturdido,
la vida pasando como estas palabras.
lunes, martes, miércoles,
enero, febrero, diciembre, otro año, otro año, otra vida.
La vida yéndose sin sentido, entre la borrachera y la conciencia,
entre la lujuria y el remordimiento y el cansancio.
Tuxtla (México) Foto: Foto's van Tim.
Encontrarse, de pronto, con las manos vacías,
con el corazón vacío,
con la memoria como una ventana hacia la obscuridad,
y preguntarse: ¿qué hice?, ¿qué fui?, ¿en donde estuve?
Sombra perdida entre las sombras,
¿cómo recuperarte, rehacerte, vida?
Nadie puede vivir de cara a la verdad
sin caer enfermo o dolerse hasta los huesos.
Porque la verdad es que somos débiles y miserables
y necesitamos amar, ampararnos, esperar, creer y
afirmar.
No podemos vivir a la intemperie
en el solo minuto que nos es dado.
¡Qué hermosa palabra "Dios", larga
y útil al miedo, salvadora!
Aprendemos a cerrar los labios del corazón
cuando quiera decirla,
y enseñémosle a vivir en su sangre,
a revolcarse en su sangre limitada.
No hay más que esta ternura que siento hacia ti,
engañado,
porque algún día vas a abrir los ojos
y mirarás tus ojos cerrados para siempre.
no hay más que esta ternura de mí mismo
que estoy abierto como un árbol,
plantado como un árbol, recorriéndolo todo.
He aquí la verdad: hacer las máscaras,
recitar las voces, elaborar los sueños,
Ponerse el rostro del enamorado,
la cara del que sufre,
la faz del que sonríe,
el día lunes, y el martes, y el mes de marzo
y el año de la solidaridad humana,
y comer a las horas lo mejor que se pueda,
y dormir y ayunar,
y seguirse entrenando ocultamente para el evento final
del que no habrá testigos.
Jaime Sabines Fuente Eric Leunam blog.
Gracias a David por ponerme sobre la pista de este
interesante poeta. A Magda por animarme a leerlo.
Un gran poeta de la tierra de Bernavé :).
Besos y abrazos a repartir entre todos los
que leen este blog. Que tengáis un buen finde. :)
Aturdido silencio
Porque tu silencio
es canción de desaliento,
porque tu silencio
es mi vida perdida.
Porque tu silencio
rompe la luz del horizonte
que me llega convertida
en cancion de melancolía.
Fragmento de foto: William Anders - Nasa.
Porque tu silencio
es cancion de mi pensamiento
porque ya solo siento
el calor de tu aliento.
Dejame ya, porque no siento.
No sé ya cuando acaba la vida
y cuando comienza el nacimiento.
Lleno de ti, con tu silencio
Foto conocida vía Sonia Blanco. :)
Cuando la lluvia caiga sobre tu cara,
cierra los ojos, deja tu mente en blanco,
y oirás risas de niños jugando,
rumor de olas, miles de pájaros, susurros,
canciones que habíamos olvidado.
Mi voz.
Cuando llegue la noche, cierra los ojos
y déjate llevar al país de los sueños,
- donde todo es posible, donde todo es real- ,
y oirás cantar a las estrellas nanas de luna llena.
Mi voz.
Lobo. Crédito imágen.
Cuando te calientes al fuego
quédate un momento inmóvil,
veras el ballet de las llamas,
-suspiros rojos de amor-
y encima de una voluta de humo
jugando a ser mariposa ....
...mi voz.
Baza a 10 de octubre del 2000
Meria Albari
Gracias Meria por estos versos
Rescatado de mi viejo blog, que por
razones que desconozco no funciona.
Música: Monsters - Beth Quist
Nunca me ha gustado que el viento aulle como un lobo
Nunca me ha gustado que el viento aúlle como un lobo. Me da dolor de cabeza. Tú también pareces un poco lobo últimamente, por lo que aúllas y por cómo intentas rodearme en ese cerco invisible. Lo que hubiera dado hace unos meses por ese interés que ahora muestras. El interés es falso, ya lo sé. Yo era tu mejor pared, tu mejor espejo, y no quieres perderme. Tus palabras rebotaban sobre mí y volvían a ti, cubriéndote de la luz que yo les daba. En mí encontrabas tu mejor tú; como en los poemas de Salinas, pero al revés. Ahora ya no importa nada. Ahora vas a tener que trabajar más que el viento si quieres conservar algo de mí. Por fin me he liberado de tus hilos y si me quedo, y soy tu amiga, es sólo en homenaje al despertar que me brindaste. Y sólo porque yo lo quiero, libre al fin de tanto amor que me embargaba...
El papel descansa de cualquier forma en la mesa de Cristina. Juan hubiese querido no leerlo pero es la letra de Cristina y es tan difícil sustraerse a la atracción de esas letras abandonadas allí, de cualquier forma.
No sabe si ella lo ha hecho aposta para que él lo lea. ¿Es una carta para alguien? ¿De quién habla? ¿Es sólo uno de sus juegos literarios? El viento aúlla, es verdad. Lleva tres días haciéndolo y Cristina odia eso. Él odia los misterios de Cristina.
Se aparta de su mesa y se sienta en el sofá, frente a la tele, intentando no pensar más en lo que acaba de leer, pero el viento aúlla y no lo deja, por lo que sube el volumen de la tele y es así que ella lo encuentra. Se acerca suavemente hasta él y le roza los labios con los suyos. Luego se va a la cocina, pero antes se para en su mesa y guarda el papel que él ha leído, como si no hiciera nada de importancia. Juan hace como que mira la tele pero el gesto no le ha pasado desapercibido y mientras ella le habla desde la cocina y él le responde como siempre, piensa lo fácil que sería preguntar y que ella respondiera. No lo hace. No está seguro de que le agrade la respuesta y sin embargo...
La tarde transcurre dulcemente, como si nada anormal hubiera sucedido, pero ¿es que ha pasado algo? Cristina ha escrito, como tantas veces hace y él lo ha leído. Cierto que ha sido sin permiso, que ella no le ha pedido su opinión ni lo ha mostrado. Pero tampoco estaba oculto ni él ha rebuscado sus papeles.
Nunca me ha gustado que el viento aulle como un lobo
Nunca me ha gustado que el viento aúlle como un lobo. Me da dolor de cabeza. Tú también pareces un poco lobo últimamente, por lo que aúllas y por cómo intentas rodearme en ese cerco invisible. Lo que hubiera dado hace unos meses por ese interés que ahora muestras. El interés es falso, ya lo sé. Yo era tu mejor pared, tu mejor espejo, y no quieres perderme. Tus palabras rebotaban sobre mí y volvían a ti, cubriéndote de la luz que yo les daba. En mí encontrabas tu mejor tú; como en los poemas de Salinas, pero al revés. Ahora ya no importa nada. Ahora vas a tener que trabajar más que el viento si quieres conservar algo de mí. Por fin me he liberado de tus hilos y si me quedo, y soy tu amiga, es sólo en homenaje al despertar que me brindaste. Y sólo porque yo lo quiero, libre al fin de tanto amor que me embargaba...
El papel descansa de cualquier forma en la mesa de Cristina. Juan hubiese querido no leerlo pero es la letra de Cristina y es tan difícil sustraerse a la atracción de esas letras abandonadas allí, de cualquier forma.
No sabe si ella lo ha hecho aposta para que él lo lea. ¿Es una carta para alguien? ¿De quién habla? ¿Es sólo uno de sus juegos literarios? El viento aúlla, es verdad. Lleva tres días haciéndolo y Cristina odia eso. Él odia los misterios de Cristina.
Se aparta de su mesa y se sienta en el sofá, frente a la tele, intentando no pensar más en lo que acaba de leer, pero el viento aúlla y no lo deja, por lo que sube el volumen de la tele y es así que ella lo encuentra. Se acerca suavemente hasta él y le roza los labios con los suyos. Luego se va a la cocina, pero antes se para en su mesa y guarda el papel que él ha leído, como si no hiciera nada de importancia. Juan hace como que mira la tele pero el gesto no le ha pasado desapercibido y mientras ella le habla desde la cocina y él le responde como siempre, piensa lo fácil que sería preguntar y que ella respondiera. No lo hace. No está seguro de que le agrade la respuesta y sin embargo...
La tarde transcurre dulcemente, como si nada anormal hubiera sucedido, pero ¿es que ha pasado algo? Cristina ha escrito, como tantas veces hace y él lo ha leído. Cierto que ha sido sin permiso, que ella no le ha pedido su opinión ni lo ha mostrado. Pero tampoco estaba oculto ni él ha rebuscado sus papeles.
El ruido del viento es insoportable dice Juan, para no seguir pensando.
Sí, aúlla como un lobo.
Cristina se ha marchado temprano al trabajo. Él se ocupa hoy del almuerzo. No le gusta cuando sus días de descanso no coinciden con los de ella. Demasiado vacía la casa sin su presencia. Demasiadas horas para pensar en quién puede ser la persona que la rodea con su cerco. Quizás en este mismo instante. Tiene la tentación de ponerse a rebuscar entre sus cosas, de buscar alguna huella, algo..., de leer todo lo que encuentre, pero no, no lo hace. No le gusta ser tan primitivo. Mejor salir a la calle, pasear... mejor comprar el pan o los yogures.
En el barrio todo está como siempre, pese al viento. Hay gente comprando en las tiendas, que camina por la calle y lo saluda sonriente. Los viejos en el malecón, analizando la vida del que pasa, como siempre. Sí, todo es como siempre salvo que quizás Cristina esté sufriendo porque ya no quiere a alguien. ¿Y si ese alguien es él? Se le acaba de ocurrir y la idea es tan terrible que casi no puede respirar. No, no puede ser. Cristina ha conocido a alguien, alguien que no es Juan; se enamoró pero se le ha pasado. Lo malo es que él la rodea con su cerco y ella quiere ser su amiga. Quiere agradecerle el despertar que le brindó. ¿Qué despertar? ¿A qué se refiere? ¿Acaso estaba dormida? ¿Lo que él siente por ella la hace dormir? No puede seguir así. Se va a volver loco si sigue así.
Buenos días responde a una vecina que lo mira sonriente.
¿Te has enamorado de alguien?
La pregunta le ha salido a bocajarro mientras comen y al momento de hacerla se ha arrepentido.
Cristina lo ha mirado sorprendida y le ha respondido con otra pregunta inesperada:
¿Cuándo?
Ahora. Recientemente.
Ah, por un momento pensé que me preguntabas si me había enamorado alguna vez en mi vida. Me has asustado. Creí que desconfiabas de lo que siento por ti. ¿Por qué preguntas eso?
Juan se encoge de hombros. No se atreve a confesar que ha leído, sin permiso, uno de sus escritos.
Cristina responde simplemente No y cambia de tema. Lo mira de forma diferente, pero Juan no se atreve a insistir. Sabe perfectamente cuándo está accesible y cercana y cuándo utiliza cualquier excusa para volar de su lado y que él no pueda llegar, aunque la tenga entre sus brazos. En estos momentos Cristina está en su propio mundo, con el viento, y Juan siente que tendrá que esperar que lo que sea pase. Si pasa... Lamenta profundamente no ser bueno con las palabras. Ni habladas ni escritas. Serían quizás los eslabones que le permitirían llegar hasta donde ella está, hasta ella que adora las palabras, llegar hasta esos recovecos, hasta las zonas recónditas que él no alcanza.
La tarde ha transcurrido como tenían previsto: un paseo, algunas compras y el café con los amigos.
El bar está como siempre y también María, Pedro, Lola y los demás. Todos hablan: del tiempo, de las últimas noticias, de los planes para el próximo puente. Todo está como siempre; menos él. Habla poco y observa a todos, pensando si alguno de sus amigos es la persona a la que hace referencia el texto que leyó ayer. Mira sobretodo la mirada de Cristina sobre los otros. Está seguro de que si hay algo especial, dejará sus huellas en sus ojos y en su voz, y él podrá verlo. Si el del cerco está allí no podrá escapar a su incisiva observación. Lo peor es que no estará allí; sería raro después de tantos años que Cristina se hubiera enamorado de alguno de sus amigos. Será alguien de su trabajo o quizás alguien que haya conocido por ahí, en algún sitio. Tiene esa facilidad tan terrible para entablar conversación y hacerse agradable a los demás. No obstante, y aunque cree en esto firmemente, sigue observando atentamente, sin perder detalle de la charla, de los gestos y de las voces. De repente, los ojos de Cristina le dejan la mente inmóvil, todo en suspenso. Esa mirada la conoce, tan dulce que acaricia, con miles de preguntas y deseos que reflejan todo el fondo. ¡Esa mirada!...pero es a él hacia quien mira.
La mañana de trabajo le resulta insoportable y más sabiéndola a ella en casa. No puede soportar más este martirio, este tormento insufrible de pensarla soñando en otros brazos, anhelando otras sonrisas. Malditas las palabras que ella deja que la envuelvan. Malditas las palabras que ella envuelve con su luz y no son suyas.
Juan cierra los ojos y respira para no ahogarse, respira para acabar la mañana de trabajo y poder llegar a casa y preguntarle y rogarle que le diga quién es él, qué siente ella, qué le falta. Preguntarle quién aullando como el viento quiere meterse en su vida y robarle el aire que respira, el aire fresco que es Cristina.
Volver a casa y preguntar... saber... tan doloroso... tan necesario.
De vuelta a casa, Cristina se le ha acercado con semblante satisfecho. Trae unos papeles en la mano y casi no lo deja saludar.
¿Tienes un huequito para leer esto? A ver qué te parece.
Juan cuida de que las manos no le tiemblen cuando relee unas palabras que le han estado martilleando el cerebro los dos últimos días. Ve que el fragmento que él leyó tiene continuación. Cristina ha escrito uno de sus cuentos, un cuento de desencuentro, de incomunicación, de amor desperdiciado, también de esperanza. Es como otro de sus cuentos, no muy diferente a otros que él le ha leído, pero ella no sabe lo hermoso que le parece hoy su relato. No sabe cómo hacérselo llegar y simplemente le dice que es muy hermoso, acariciándola con mirada de animal agradecido. La nota tan cercana ahora.
Me gustas cuando estás del lado de acá.
De pronto ve en los ojos de ella que ha encontrado las palabras justas y precisas. Y lo más gracioso es que ni siquiera son suyas. Sabe que las ha oído o leído en algún sitio y han aparecido ahora, robadas para la ocasión. Pero no importa. Mirando los ojos de Cristina sabe que da igual que las palabras sean suyas o de otro mientras hagan salir lo que en este instante ve en sus ojos.
Siempre estoy de al lado de acá.
Juan siente, que no sabe en qué momento, el viento ha dejado de aullar.
Rosario Águila Costales