Pienso que dirigimos nuestra vida como si fuéramos patrones
de un velero. No podemos elegir el oleaje, ni los vientos ni la
eslora del barco; sólo podemos elegir el rumbo y manejar con
destreza las velas y el timón. Pero esto es lo importante. No hay
buen viento para quien no sabe dónde va.
Le deseo que el viento sople a su favor pero, por si le soplara de
frente, le aconsejo que aprenda a navegar a barlovento,
plantando cara al viento en contra.
Memorias de un investigador privado
José Antonio Marina
La esfera de los libros
Foto: velero en Ushuaia (Argentina) por Vandorsten